Por iniciativa de los diputados Emilio Raposo Varela y José Luis Acevedo, el libro Leyendas de Ladrillos y Adoquines fue declarado de interés cultural en la Legislatura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
La Ciudad conserva una belleza atemporal que muchas veces se nos escapa a los vecinos que la transitamos todos los días.
Caminar por sus calles e ingresar a sus edificios se vuelve rutina y nos volvemos incapaces de apreciar todo lo que nos rodea, la majestuosidad de sus paisajes.
El libro de la periodista Mariela Blanco y del arquitecto Horacio Ludigliani, nos permite volver a ver la Ciudad desde los ojos de un turista, saliendo al rescate de las joyas arquitectónicas porteñas, testigos del paso del tiempo que yacen incólumes incluso entre el caos y el desorden.
Los autores nos proponen una recorrida por las edificaciones más emblemáticas no sólo por su arquitectura sino también por el refugio que representan para la cultura argentina.
En este paseo, el lector podrá conocer a las personalidades de renombre que le dieron a Buenos Aires su primera fisonomía a partir de una serie de entrevistas a arquitectos, urbanistas, funcionarios, artistas, periodistas y amantes de Buenos Aires.
«El desafío está en establecer un equilibrio entre el avance y la conservación para que todos podamos disfrutar de la Ciudad.
Debemos poner el pasado en futuro mediante una política patrimonial práctica, transparente y moderna que proteja el legado para futuras generaciones», comentó el Pte. de la Comisión Especial de Patrimonio Arquitectónico y autor del proyecto de declaración, Arq. Emilio Raposo Varela.Con el prólogo de Hernán Lombardi y aportes de Eduardo Lazzari, Luis Grossman, Leonardo Busquet, Rubén Derlis, Roberto Fanego, entre otros, Mariela y Horacio se encargan de mostrar el corazón de gran parte del patrimonio histórico de la Ciudad de Buenos Aires, no sólo desnudando su estructura a través de imágenes sino también descubriendo los misterios que esconde.
El libro también cuenta con anécdotas de boca de aquellos que vivieron una Buenos Aires diferente a la que conocemos hoy en día, las cuales buscan dar vida a los viejos ladrillos que en su silencio guardan gran parte de nuestra historia.
Para los autores, “los viejos ladrillos no se desmoronan, no se rinden.
Renacen cada vez que son descubiertos por estudiantes, viajeros, historiadores y curiosos”