La Ciudad premió a los jóvenes que más leyeron en 2024

La pasión por la lectura se transformó en premio. Este sábado 23 de agosto, en el imponente Salón Dorado de la Casa de la Cultura, el Gobierno porteño entregó el Premio al Joven Lector 2025 a niños, niñas y adolescentes de entre 6 y 21 años que, durante todo el año pasado, se destacaron como los socios más activos de la Red de Bibliotecas Públicas de la Ciudad.

“Estos premios son una fiesta porque celebramos haber descubierto las ganas de leer más o de que nos lean más”, expresó la ministra de Cultura, Gabriela Ricardes, durante el acto de premiación.

Y agregó: “Encontrar esos libros que a lo largo de la vida nos acompañan, nos movilizan, más allá de su soporte físico o digital, es algo que sin duda va a contribuir para poder descubrir otras formas de ver el mundo, de razonar y de entender al otro. De alguna manera, también, de construir comunidad”.

La ceremonia se enmarcó en las Jornadas Borges 2025 – Semana del Lector, una celebración que, año tras año, recuerda el nacimiento de Jorge Luis Borges y promueve el hábito de la lectura como puente de acceso a la cultura.

El premio, instaurado en 2009 en el marco de la Ley 3170, busca reforzar el vínculo de los porteños con sus bibliotecas y reconocer a quienes lograron convertir la lectura en una costumbre cotidiana.

En esta edición, la gran protagonista volvió a ser Berenice Echagüe, socia de la Biblioteca Enrique Banchs, que por segundo año consecutivo obtuvo el primer lugar tras haber leído 54 libros en 2024.

“No lo hago pensando en ganar nada, simplemente me gusta leer. Es mi manera de viajar a otros mundos”, comentó emocionada la joven premiada.

El segundo puesto quedó en manos de Alma Pare, de la Biblioteca Hilario Ascasubi, con 50 libros, mientras que el tercer lugar fue para Mila Martínez Yero, de la Casa de la Lectura y la Escritura, quien alcanzó las 49 consultas.

La mención especial como lector más joven recayó en Carmelo Chesini Palumbo, socio de la Biblioteca Parque de la Estación, lo que marca también la importancia de acercar a los más chicos al universo literario.

Una de las grandes novedades de este año fue el reconocimiento a los usuarios de la Biblioteca Pública Digital Jorge Luis Borges, que este domingo 24 cumplió su primer aniversario.

Allí fueron distinguidos Vera Holzer, quien realizó 31 lecturas digitales, y Manuel Sala Ortenzi, con 14. “Estamos celebrando no solo la lectura, sino también la apertura de nuevos caminos para llegar a ella.

Hoy la tecnología nos permite que el libro esté a un clic de distancia”, señaló Javier Martínez, director general de Promoción del Libro, Bibliotecas y la Cultura.

Los premios no se limitaron a los diplomas: los ganadores recibieron ejemplares donados por la editorial Penguin Random House, una señal de apoyo de la industria editorial privada al esfuerzo estatal por democratizar el acceso a la literatura.

Más allá de los nombres propios, lo que se puso en valor fue el compromiso sostenido de cientos de jóvenes con la lectura.

No se trata solo de acumular títulos, sino de mostrar que, incluso en tiempos de pantallas y redes sociales, los libros siguen siendo un espacio de encuentro, formación y disfrute.

Según datos oficiales, en 2024 la Red de Bibliotecas Públicas superó las 400 mil consultas, una cifra que da cuenta del interés creciente de la ciudadanía por este servicio.

La opción digital, que comenzó a funcionar hace apenas un año, ya suma más de 30 mil usuarios registrados, lo que revela que el hábito lector no se reduce al papel.

Lejos de reemplazar al libro físico, el formato electrónico amplía las posibilidades de acceso, especialmente para quienes encuentran en los dispositivos móviles una manera más práctica de acercarse a la literatura.

El desafío ahora es sostener ese entusiasmo. Por eso, el Ministerio de Cultura porteño insiste en la importancia de dar a conocer que asociarse a la Red de Bibliotecas Públicas no tiene costo y se puede realizar fácilmente de manera online, con domicilio en la Ciudad de Buenos Aires.

Como periodista y lector, estuve presente en el acto y puedo dar fe de la emoción en cada premiado y en sus familias.

Lo que se vivió en el Salón Dorado fue mucho más que una entrega de diplomas: fue la celebración de la palabra escrita como herramienta de libertad y conocimiento. Allí, donde la historia porteña late en cada rincón, se renovó un compromiso colectivo con la cultura.

En tiempos donde los estímulos digitales muchas veces desplazan a la lectura, este premio funciona como un recordatorio de que los libros siguen siendo un refugio imprescindible.

No importa si son de papel o electrónicos: lo fundamental es que los jóvenes sigan encontrando en ellos la posibilidad de imaginar, de cuestionar y de crecer.

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