La Legislatura porteña volvió a poner en primer plano el valor del arte, la memoria y la cultura con un doble reconocimiento que no pasó desapercibido: la declaración de Juan Carlos Cantafio como Personalidad Destacada de la Cultura y la distinción de Interés Cultural al libro y la muestra “La última y más hermosa sonrisa”, de Mario Grinberg y la artista plástica Alejandra Feijó.
Dos homenajes distintos pero unidos por un hilo común: la potencia transformadora de las historias, ya sea desde el escenario o desde la profundidad del dolor.
Juan tiene una amplia trayectoria profesional y artística”, afirmó el diputado Francisco Loupias durante el acto en el Salón San Martín, en el que repasó los múltiples premios, proyectos y desafíos que atravesó Cantafio.
El productor, rodeado de colegas, familiares y referentes de la cultura, agradeció la distinción y lanzó una frase que resonó entre todos los presentes: “No le tengo miedo a ningún formato, le tengo miedo al no hacer o a la gente que impide hacer”.
El reconocimiento al productor teatral Juan Carlos Cantafio no solo celebra una trayectoria, sino una forma de entender el arte como una herramienta vital para la comunidad.
Vecino del Abasto y Balvanera, Cantafio desarrolló una carrera que supera fácilmente las cuatro décadas en medios de comunicación, teatro, radio, televisión, streaming y gestión cultural.
Su recorrido comenzó antes incluso de iniciar sus estudios universitarios, lo que permitió que su experiencia se convirtiera en una mezcla de oficio, intuición y formación técnica.
En lo académico, es licenciado y profesor en Publicidad, además de Analista en Medios de Comunicación por la Universidad del Salvador.
A lo largo de más de 45 años, transitó agencias de publicidad, estudios de televisión, productoras y radios —más de 20 emisoras, entre AM y FM—, siempre con la premisa de innovar y abrir nuevas ventanas creativas.
Su paso por el streaming también fue destacado: más de 20.000 horas al aire en más de 40 programas dan cuenta de una versatilidad difícil de igualar.
Además, su formación no quedó circunscripta a la publicidad y los medios. Durante décadas estudió actuación, dirección y producción teatral y audiovisual con maestros como Mario Sábato, Javier Torre, Julio Chávez y el histórico equipo docente de Alejandra Boero en Andamio ’90.
A esto se suman más de 100 cursos de especialización que abarcan cine, artes visuales, diseño, producción musical, periodismo de espectáculos, gestión cultural y comunicación empresaria.
Con ese bagaje, Cantafio brilló también como autor, director artístico, docente universitario de grado y posgrado, actor, periodista, creador de contenidos, gestor cultural y curador de muestras como “Arte de Tapa”.
El homenaje en la Legislatura, impulsado por el diputado Loupias, obtuvo el voto unánime de todos los bloques.
Esa unanimidad subrayó el carácter transversal de su figura, valorada por su incansable trabajo y por una premisa que sostuvo en cada etapa de su carrera: el arte como puente, como oportunidad y como espacio de libertad.
Uno de los puntos más celebrados del acto fue, justamente, cuando Cantafio remarcó que su único temor es “a la gente que impide hacer”, una sentencia que, según los asistentes, resume su filosofía y compromiso activo.
En paralelo a este reconocimiento, la Legislatura también declaró de Interés Cultural al libro y la muestra de arte “La última y más hermosa sonrisa”, del escritor Mario Grinberg y la artista plástica Alejandra Feijó. La iniciativa fue presentada por la diputada María Fernanda Mollard y aprobada con amplio acompañamiento de los legisladores.
La obra de Grinberg, acompañada visualmente por Feijó, se adentra en una temática conmovedora: el duelo tras la muerte de un hijo.
A diferencia de otros testimonios, el libro no busca convertirse en un relato estrictamente autobiográfico, sino en un puente emocional hacia quienes transitan experiencias similares.
Con una mirada íntima y profundamente honesta, Grinberg comparte el proceso de resignificar el dolor sin ocultarlo, transformándolo en memoria, resiliencia y amor.
La muestra artística, que complementa el libro, potencia esa narrativa interna y la vuelve colectiva, a través de imágenes que exploran la fragilidad, la ausencia, pero también la permanencia en los recuerdos.
Feijó aporta un lenguaje visual que dialoga con cada texto, generando un recorrido que invita al silencio y la reflexión, pero también a la reparación interior.
El proyecto fue elogiado por su capacidad de convertir la pérdida en un gesto de sensibilidad social, ofreciendo un espacio de acompañamiento para quienes buscan respuestas o simplemente compañía en el dolor.
Ambos reconocimientos confirman el rol de la cultura porteña como territorio de creación pero también de memoria, contención y homenaje.
Desde el teatro y la gestión cultural hasta el arte que nace de la pérdida profunda, la Legislatura volvió a tender ese puente necesario entre creadores, espectadores y lectores.
Con estos reconocimientos, la Ciudad reafirma el valor del arte como un motor que impulsa, conmueve y sostiene a la comunidad.
Tanto la trayectoria de Cantafio como la obra de Grinberg y Feijó recuerdan que la cultura no solo entretiene: también ilumina, acompaña y deja huellas que perduran.
