Capturaron al artista del éxtasis, un ciudadano uruguayo que comercializaba la droga de diseño en importantes boliches de Palermo Hollywood y bajo la modalidad de «narcoflete».
La detención se inicio a raíz de una denuncia de un vecino al 911 ante la presencia de un joven violento que había generado disturbios en Cabildo y Santos Dumont.
Cuando los oficiales llegaron al lugar de la denuncia, encontraron con el muchacho y el padre de este, que explicó que en realidad su hijo padecía de adicción a las drogas y que su proveedor le suministraba las sustancias bajo la modalidad de narcoflete, que consiste en que el dealer vendía la mercancía en una camioneta de tipo utilitaria ubicada a metros del lugar.
Con toda esa información, personal de Brigada de la Comuna 14 y efectivos de la Comisaría Vecinal 14 B de la Policía de la Ciudad identificaron el vehículo y tras cercarlo lograron detener al dealer junto a su novia, los cuales tenían en su poder un «tubo» de cocaína, gran cantidad de pastillas de éxtasis y una importante suma de dinero en efectivo.
Al identificarlo, el personal policial pudo corroborar que se trataba de «Miguel Angel», un conocido dealer de la noche porteña, también conocido como «el artista del éxtasis», ya que frecuentaba los boliches top de Palermo Hollywood donde vendía sus pastillas perfectamente moldeadas con diferentes formas y tamaños como por ejemplo pequeñas «granadas de guerra».
Tras la detención, se allanó la vivienda que la pareja alquilaba en Villa Crespo, secuestrando una gran cantidad de pastillas de éxtasis, teléfonos celulares y entradas para boliches, fiestas electrónicas y after hours.
Las pastillas incautadas eran de fabricación casera y conocidas como «pura sangre», las cuales tienen un valor de $300 cada una.
¿Qué es la Pastilla de Extasis?
Usualmente conocida como éxtasis, es una droga empatógena perteneciente a la familia de las anfetaminas sustituidas.
El consumo de MDMA puede inducir euforia, sensación de intimidad con los demás y disminución de la ansiedad.
Esta droga mortal, produce una pérdida de la timidez, volviendo al individuo más extrovertido, una sensación de alegría absoluta y de hiperactividad, aumento de la tensión muscular, dilatación de las pupilas, puede causar bruxismo y una pérdida parcial del sentimiento de dolor físico.
Algunos estudios médicos han hallado algunos beneficios terapeúticos moderados para ciertos trastornos mentales, pero su uso a largo plazo se asocia a efectos adversos, como neurotoxicidad y deterioro cognitivo.
Se desconoce si sus potenciales beneficios compensan su neurotoxicidad. Aunque se puede consumir de diversas formas, la vía oral es la forma más habitual.
Esta droga fue descubierta en 1912 por Anton Köllisch, no cobraría importancia hasta décadas después, cuando en la década de 1970 se empezó a popularizar su uso como droga recreativa y como fármaco en psicoterapia.
A partir de entonces, la sustancia se fue ilegalizando a nivel internacional y en la actualidad la posesión de MDMA está prohibida en la mayoría de países del mundo, con algunas excepciones para la investigación científica y médica.
En el año 2016, la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito estimó que unos 20 millones de personas consumieron MDMA en todo el mundo por lo menos una vez en el último año; estas cifras son similares a las de los usuarios de cocaína, anfetaminas sustituidas y opiáceos, aunque considerablemente menores que las de usuarios de cannabis.
El consumo de éxtasis está a menudo asociado al ocio, sobre todo a fiestas nocturnas de música electrónica como por ejemplo raves, lejos de sus orígenes psicoterapéuticos.
Efectos en el organismo
Comparación de la duración e intensidad de los efectos de MDMA (rojo) con su concentración plasmática (azul).
Efectos del éxtasis: deseados (línea azul) y no deseados (marrón). Una dosis de entre 80 y 100 miligramos es con la que se tendrían mayores posibilidades de experimentar los efectos deseados (88 %), asumiendo un riesgo de padecer efectos indeseados del 6 %.
Con altas dosis, especialmente mayores de 120 mg, la posibilidad de efectos negativos se incrementa notablemente, mientras se va reduciendo la posibilidad de efectos deseados.
El mecanismo de acción de la MDMA proviene de la unión de la molécula con distintos transportadores de neurotransmisores.
La sustancia a su vez provoca un aumento de actividad en por lo menos tres de estos neurotransmisores: la serotonina, la dopamina y la norepinefrina; esto produce tanto un incremento de la secreción de las moléculas neurotransmisoras por las neuronas como un bloqueo de su recaptación, y se acumulan en el espacio sináptico.
Al contrario que otras drogas de estructura química similar, la MDMA tiene especial incidencia en la liberación de serotonina en detrimento de la dopamina, característica responsable de algunos de sus principales efectos, tanto negativos como «positivos», pues la serotonina es un importante regulador del estado de ánimo, las emociones, el sueño o el dolor.
Estudios preliminares en animales parecen demostrar que la MDMA puede dañar las neuronas que contienen serotonina, incluso a largo plazo; los investigadores sugieren que efectos similares podrían ocurrir en humanos, sin embargo, es difícil realizar estudios en humanos debido a que los consumidores de MDMA a menudo consumen otras drogas y agentes adulterantes cuyos efectos se podrían confundir con los de la MDMA.
La MDMA alcanza sus máximas concentraciones en el aparato circulatorio entre 90 minutos y tres horas después de la ingestión.
Es entonces cuando se comienza a metabolizar y excretar, y en pocas horas los niveles de MDMA y sus metabolitos disminuyen a la mitad de sus picos máximos.
Los metabolitos de MDMA identificados en los seres humanos incluyen la tenamfetamina (MDA), 4-hidroxi-3-metoximetanfetamina (HMMA), 3,4-dihidroxianfetamina (DHA), 3,4-metilenodioxifenil-2-propanona (MDP2P) y 3,4-metilendioxi-n-hidroxianfetamina (MDOH).
La influencia de estos metabolitos en los efectos tóxicos y psicoactivos de la MDMA son todavía objeto de investigación.
El 80 % de la MDMA se metaboliza en el hígado, mientras que el 20 % restante se excreta sin cambios sustanciales a través de la orina.
La MDMA y sus metabolitos se excretan principalmente como sulfatos y glucurónidos tras un proceso de biotransformación.
La vida media de la MDMA varía dependiendo de la dosis, pues la excreción y metabolismo de la sustancia presenta una farmacocinética no lineal y pequeños incrementos en la dosis pueden producir grandes aumentos en su concentración plasmática.
Esta propiedad puede potenciar sus efectos tóxicos, riesgos cardiovasculares y disminuir la capacidad corporal de descomponer la sustancia, problemas que pueden prolongarse durante semanas o incluso meses.
Un experimento realizado en humanos (2001) llegó a la conclusión de que, a dosis equivalentes, las mujeres experimentaban una mayor sensibilidad a los efectos psicoactivos de la droga, mientras los hombres sufrían un mayor aumento de la presión arterial.
Otro estudio similar de 2012 pero centrado en la farmacología en humanos de la sustancia, señaló que las mujeres sufrían un efecto fisiológico más acentuado, especialmente cardiovascular, además de mayores «efectos negativos» como ansiedad y depresión.
Experimentos en ratas han concluido que las hembras eran más sensibles a la actividad locomotora inducida por la MDMA y al deterioro de la memoria, pero otros experimentos sugieren que los machos son más sensibles a la hipertermia y a la neurotoxicidad.
Un estudio publicado en enero de 2017 llegó a la conclusión de que los cambios neuroquímicos y de conducta son similares en ambos sexos, y al igual que los estudios antes citados, señalaba que aunque la literatura preclínica sugiere la existencia de diferencias de sexo en los efectos de MDMA sobre una serie de puntos finales, hay una escasez de investigación preclínica para poder determinar el papel del sexo en los efectos conductuales o neuroquímicos relacionados con el abuso de MDMA.
Sin embargo, el mismo estudio de 2017, donde se experimentó con ratas hembra y macho, concluyó que a altas dosis (3,2 mg/kg) se producían cambios neuroquímicos mayores en las hembras (mayor liberación de serotonina que en machos, entre otros), a lo que a juicio de los investigadores hacía cada vez más evidente que a altas dosis las mujeres podrían tener un mayor riesgo de abuso de MDMA (y otras drogas similares) que los hombres con dosis equivalentes.