De la familia Euforbiáceas, toma diferentes nombres según la región geográfica de dispersión: sangre de dragón; urucurá / uruku-ra; copaiba; ivirá caá-verá; sangra d’ água (Brasil); jawaniney, huachipaeri (Perú); balsa macho; palo de drago; huambo; tapa roja; telandilla; zangrado.
El nombre «sangre de drago» se remonta a la época colonial y deriva del látex que exuda, similar a la resina llamada “sanguis draconis” (de la palmera asiática Daemonorops draco).
Es un árbol de porte mediano, tronco con corteza fina color castaño grisáceo que al ser herida exuda un látex color rojizo.
La copa es redondeada, con la particularidad de presentar hojas de colores diferentes: verde grisáceas y anaranjadas antes de su caída otoñal, de forma acorazonada, alternas y de bordes lisos que llegan a superar los 10 centímetros de largo.
En verano produce inflorescencias en espigas blanquecinas, con flores unisexuadas: las femeninas en la base, las masculinas en la parte superior.
El fruto es una cápsula tricoca, tomentoso, con 3 semillas (tóxicas).
En Argentina su distribución abarca las provincias del noreste y la mesopotamia (Chaco, Formosa, norte de Santa Fe, Misiones, Corrientes y Entre Ríos).
Es frecuente encontrarla en inmediaciones de cursos de agua.
El látex tiene aplicaciones en medicina popular para el tratamiento de las heridas y úlceras cutáneas y para las mordeduras de víboras. Numerosos estudios científicos basados en ensayos farmacológicos avalan los usos tradicionales del látex; empleado por vía externa como astringente, cicatrizante, antimicrobiano y, por vía interna, como antihemorrágico, antidiarreico, antiulceroso gástrico, antioxidante, inmunomodulador, antiinflamatorio y analgésico.
La sangre de drago es una medicina muy popularizada en Perú, Ecuador y Colombia, donde se encuentra con facilidad en mercados y ferias artesanales y naturistas.
En el jardín puede conocerlo en el área de medicinales.