El ciberataque lanzado la semana pasada mediante un gusano llamado NotPetya, que afectó a cientos de empresas en 65 países pero perjudicó principalmente a Ucrania, fue en realidad la puesta en acción de un arma de la ciberguerra, un campo cada vez más importante pero en el que todo es confuso, según coincidieron especialistas.El martes 27 de junio, alrededor de 2.000 computadoras de cientos de empresas en varios países amanecieron infectadas por lo que parecía un ransomware -un tipo de malware que encripta equipos o archivos y exige un pago para liberarlos-, que pedía un rescate de 300 dólares, similar a WannaCry, que en mayo había afectado a cientos de miles de equipos en todo el mundo.Sin embargo, los investigadores encontraron que la dirección de correo electrónico a la que debía enviarse la confirmación del pago era inexistente. Además, este nuevo ataque no solo cifraba archivos sino que corrompía parte del sistema de arranque de las máquinas infectadas y dañaba el disco rígido, un poder de destrucción para el cual no hay una “cura” y que dejó miles de computadoras inutilizadas.