El Ministerio de Ambiente y Espacio Público de la Ciudad, con el fin de celebrar el Día del Calesitero y en el marco de la Noche de los Museos, abrirá 44 calesitas de distintos parques y plazas porteñas de 21 a 23 hs. Durante ese horario, los chicos de hasta 10 años podrán sacar dos boletos abonando sólo uno.
Ir a las calesitas es una costumbre folclórica en las familias que perdura con el paso del tiempo, y que le permite a los chicos un entretenimiento mágico y único.
Es por eso que con esta iniciativa queremos que los chicos puedan disfrutar de las calesitas en un horario diferente al habitual”, expresó Eduardo Macchiavelli ministro de Ambiente y Espacio Público porteño.
La Ciudad cuenta con 51 calesitas. Cada una de ellas es diferente entre sí, tiene su propia historia y una impronta particular para cada barrio. Las más antiguas son las de Nueva Pompeya y Villa Devoto; y en los últimos años se instalaron 10 calesitas en barrios que no tenían como en Monte Castro, Villa Real, Versalles, La Boca y Villa Pueyrredón.
Las calesitas son mantenidas por cada calesitero, ellos son los encargados de su cuidado, de realizar trabajos de mantenimiento como pintura, carpintería y herrería, si es necesario.
El 4 de noviembre de 2013 se declaró el Día del Calesitero en la Ciudad Buenos Aires en homenaje a la fecha de nacimiento de Luis Rodríguez, quien fue presidente de La Asociación Argentina de Calesiteros y Afines. A su vez, la calesita de “Don Luis” es de alto valor histórico para la ciudad: está instalada en la esquina de Ramón Falcón y Miralla, en Villa Luro.
En principio iba de barrio en barrio pero como no podía quedarse en ningún lugar fijo, en el año 1963 decidió instalarla en el patio de su propia casa, en donde hoy en día funciona.
Historia de las Calesitas
Las Calesitas son de origen turco y fueron introducidas en Europa por las Cruzadas.
En los comienzos era un divertimento de la nobleza y de los adultos, pero con los años se fue haciendo más popular. La palabra Carrusel tiene sus orígenes en el idioma italiano Garosello, y en español Carosela que significa “Primera batalla”.
Las mismas tuvieron diferentes formas de movimiento que se fueron perfeccionando con los adelantos técnicos.
Las primeras calesitas no tenían plataforma, se colgaban directamente los muñecos de postes o cadenas que se inclinaban hacia afuera al girar, simulando volar, y eran movidas por animales que caminaban en círculo, o personas que tiraban de una cuerda o manubrio.
Hacia mitad del siglo XIX se desarrolló la Calesita de plataforma y se empezaron a construir con propulsión a vapor. Luego, durante la Revolución Industrial se instalaron los caballos que suben y bajan.
Y más tarde, las calesitas adoptaron su estilo característico con los motores eléctricos y las luces.
En la Ciudad de Buenos Aires, en los años 40, las calesitas eran nómades: se armaban y desarmaban en distintos terrenos baldíos de cada barrio y se iban rotando.
Luego cuando la Ciudad de Buenos Aires se empezó a llenar y ya no quedaron espacios públicos libres para trasladarse, las calesitas, lentamente, empezaron a instalarse en las plazas.
El auge fue en los años 60, se fueron instalando calesitas fijas, cada plaza fue teniendo la suya y comenzaron a aparecer los primeros calesiteros.