El Palacio Bosch recibió a varios presidentes estadounidenses, como Franklin Delano Roosevelt, Dwight Eisenhower, George H. W. Bush y Barack Obama, en 2016.
Esta residencia del embajador de Estados Unidos en Argentina, cumple 100 años desde que finalizó su construcción en el porteño barrio de Palermo.
El templo guarda desde historias de las élites argentinas y líderes mundiales que lo visitaron hasta un mural de Juan Martín del Potro y un pool para ejercitar la diplomacia «distendida».
Esta joya arquitectónica, fue construida entre 1911 y 1917 para ser la casa del diplomático Ernesto Bosch y su esposa Elisa de Alvear, en su regreso a la Argentina para ocupar el puesto de ministro de Relaciones Exteriores en la presidencia de Roque Sáenz Peña luego de años a cargo de la embajada en París.
Cuenta la historia, que la pareja necesitaba una residencia para recibir a muchos invitados con las mismas comodidades que tenían en París, por lo que pidieron al arquitecto francés René Sergent que recreara el clasicismo francés del siglo XVIII en su diseño.
Era la primera vez que en una mansión se hacía un salón adaptado a las necesidades de los bailarines, en la sala había un gran piano de cola.
Debido a que habían vivido en Francia les gustaba el estilo y la forma de vida de París, explicó la supervisora de preservación histórica del Palacio Bosch, Marcela Clerico Mosina, quien contó que la obra fue supervisada por los arquitectos argentinos (Eduardo) Lanús y (Pablo) Hary, mientras que el diseño interior fue realizado por el decorador André Carlhian y los jardines por el paisajista Achille Duchene.
La familia Bosch se instaló en 1917 pero la gran fiesta de apertura se hizo en septiembre de 1918 cuando la abrieron a la sociedad, y se sabe que vino toda la élite de Buenos Aires a la fiesta, explicó Clerico Mosina.
En el año 1929, Estados Unidos (EEUU) no tenía una sede diplomática en Argentina, por lo que el embajador Robert Woods Bliss pidió al presidente Herbert Hoover (1929-1933) la compra de una propiedad y obtuvo el visto bueno del mandatario.
La finura de las salas y sus enormes dimensiones fueron un gran atractivo para el embajador estadounidense, quien en varias oportunidades ofertó a Bosch comprarle la propiedad aunque el diplomático argentino se negaba constantemente.
Clerico Mosina relató que en una fiesta en la residencia, Woods Bliss volvió a insistir frente a los demás comensales por la venta de la casa y Bosch intentó disuadir al estadounidense pidiéndole la exagerada cifra de 3.000.000 de pesos, una suma que, para sorpresa del argentino, el embajador consiguió gracias a su acuerdo con Hoover.
Era una cifra exorbitante»=, contó la supervisora. La residencia, ubicada en la Avenida Libertador (Ciudad de Buenos Aires), es una de las 3.500 propiedades del Departamento de Estado.
El Palacio Bosch es una joya de la diplomacia arquitectónica, pero no es una joya que está en una vitrina para ser admirada.
Mis colegas de la Embajada y yo nos reunimos allí a diario con referentes y actores de la actualidad argentina», aseguró el embajador interino Tom Cooney.
La casa tiene 3.960 metros cuadrados en cuatro pisos, y el jardín ocupa casi la misma cantidad de espacio junto con la pileta, una huerta y la cancha de tenis.
La cancha de tenis es uno de los lugares más particulares, ya que posee un gran mural con la imagen de los tenistas Juan Martín del Potro y Andre Agassi, que el exembajador Noah Mamet mandó a hacer como señal de la «unión» de los dos países.
Hay una veintena de salones en la casa donde se destacan el de música, el de baile, el comedor rojo, la biblioteca y el comedor grande que posee capacidad para 30 invitados en una mesa de 9 metros de largo.
En una de las salas hay un pool que Mamet hizo traer para los encuentros diplomáticos con el argumento de que era más fácil hacer política de manera «distendida».
En el centro del pasillo hacia la escalera principal se destaca un tapiz de 1680 que perteneció a un rey de Rusia.