Viajes: Tailandia, Camboya y Vietnam: el fascinante sudeste asiático

De moda por tantas películas que se han filmado en la región en los últimos años.

La heroína nacional en Camboya es hoy Angelina Jolie, quien filmó escenas de “Lara Croft: tomb raider” en la maravillosa (o ‘fascinante’, depende del título) Angkor Wat, oportunidad en la que adoptó a su hijo Maddox. Regresa al país con frecuencia, donó millones para chicos huérfanos e hizo campaña para que la UNESCO declare las ruinas de la antigua ciudad ‘Patrimonio de la Humanidad’.

A causa de las prolongadas desventuras de Pol Pot, líder de la guerrilla comunista Khmer Rouge, el país demoró mucho en abrirse al mundo y al turismo.

Gran parte de la población vive en la pobreza y la economía informal es enorme.

En su época de oro el complejo de Ankor Wat llegó a albergar a unas 500 mil personas cuando en Londres vivían 40 mil.

Son cientos de kilómetros cuadrados de espléndidas ruinas, palacios, estatuas, lagos artificiales, puentes y bosques, que produce verdadero asombro recorrer.

La ciudad cercana es la pequeña y divertida Siem Rep, que significa “expulsión de los siameses”, sus vecinos del oeste.

La zona céntrica es peatonal y cada noche deambulan miles de turistas para adquirir botellas de licor con serpientes y escorpiones dentro, imitaciones de anteojos y relojes de marca, fina bijouterie artesanal, productos electrónicos o valijas para guardar todos esos regalos.

Se come rana, cocodrilo, avestruz y canguro que cocinan los propios comensales en la mesa.

Hay negocios con peceras donde el viajero introduce los pies o más tramos del cuerpo y los pececillos le comen la piel muerta.

Ankor Wat

Modernas discotecas, cantobares con karaoke, tragos exóticos, salas de cine 3-D, masajistas y comida internacional. Todo cuesta pocos dólares.

Se puede pasear en Tuk-Tuk y recorrer los sitios sin mayores cuidados porque la seguridad es muy alta. Siempre hace calor salvo dos meses de lluvias.

Como en toda la región la electricidad es de 220 watts, la gente habla inglés, se aceptan tarjetas de crédito internacionales y se ve televisión de diversos países del mundo.

Vietnam se ha desarrollado mucho para el visitante extranjero en las últimas dos décadas.

En el extenso delta del Mekong, donde transcurre la afamada “Apocalipsis now”, viven 19 millones de personas y se ofrecen diversas actividades muy atractivas como el mercado flotante y comidas típicas.

Pero nada fascina más al visitante de la zona sur como los Cu-Chi tunnels, el sistema de cientos de kilómetros subterráneos que desarrolló el Vietcong para resistir los bombardeos estadounidenses.

Se ven tanques de guerra, documentales, hoyos de bombas, se recorren los túneles aunque han sido adaptados al tamaño del turista occidental, y trampas de estacas afiladas que disimulaban con ramas. Para distraer a los perros adiestrados que olfateaban las entradas a los túneles, los vietnamitas frotaban el entorno con jabón y uniformes que les robaban a los soldados estadounidenses.

Y como sorpresa, una experiencia única para aficionados a las armas de fuego: en un polígono de tiro se puede disparar con todo el armamento real utilizado en la guerra, desde fusiles AK-47 soviéticos hasta ametralladoras de pie calibre 7,62 de poderoso impacto, los M-16 americanos y las carabinas de carga superior vistas en tantas películas sobre el conflicto como “Nacido el 4 de Julio”, con Tom Cruise.

La hotelería es de primer nivel internacional y se puede comer pollo, pescado, cerdo carne vacuna, pizza y ensaladas de todo tipo sin picante en caso de solicitarlo.

Las frutas, gracias al clima tropical, son exquisitas.

Hoi An es una pequeña ciudad en el centro del país con un barrio antiguo muy pintoresco, cerca de la importante Danang, donde las fuerzas armadas estadounidenses instalaron la mayor base militar en el país.

Aún pueden verse los hangares de los aviones en un terreno que se extiende durante quince cuadras por 150 metros de ancho, un tamaño colosal.

Las gentes son muy amables y respetuosas, igual que en todo el sudeste asiático.

La capital del país y punto neurálgico del norte es Hanoi, habitada por 11 millones de personas.

Los restos del libertador Ho Chi Min descansan en un imponente mausoleo donde yace embalsamado y se puede visitar, lo mismo que su casa.

Contra su voluntad de ser cremado para ahorrar espacio, el líder fue remitido a la otrora Unión Soviética donde se lo embalsamó.

Este complejo incluye los palacios de gobierno franceses de la época colonial que utilizan las autoridades para agasajar presidentes en la actualidad.

Los vietnamitas cuidan mucho los árboles y, como los japoneses, les colocan una chapa con número de identificación para conocer edad, enfermedades, fecha de podas y otros datos.

El hotel Metropole conserva la estructura y encanto de la época francesa y posee un túnel subterráneo para protegerse de bombardeos durante las guerras.

En sus habitaciones abundantes en madera se alojaron Brad Pitt, Catherine Deneuve, Oliver Stone, Noel Coward, Jane Fonda, Mick Jagger y otras celebrities.

Sobre la costa hay excelentes resorts de playa muy exclusivos para viajeros de alto poder adquisitivo, y en los shoppings pueden encontrarse las marcas más conocidas del mundo.

Capítulo aparte para el paisaje de la Bahía Halong, visto en películas como la mega producción francesa “Indochina” y en “El mañana nunca muere”, de James Bond.

Pequeños riscos de unos 50 metros cubiertos de vegetación surgen del mar calmo y celeste. Hay 1700 riscos kársticos que se recorren en embarcaciones donde se puede practicar snorkel, kayak o paseos en bote.

En las montañas de Ba Na han desarrollado un centro turístico con parque de diversiones, carrouseles, juegos electrónicos, shopping, laberintos y restoranes en un antiguo recreo vacacional de los franceses.

Se asciende en el más extenso teleférico del planeta y los edificios imitan una ciudadela medieval. Aquí se encuentra el famoso puente sostenido por manos talladas en piedra.

Phi Phi Lay.

Tailandia es el país más rico de la región y tuvo la sabiduría de no caer en comunismos o populismos delirantes.

También los siameses eludieron con gran habilidad caer bajo el imperio francés o británico. Fueron protectorado, nunca colonia.

El baht ronda las 30 unidades por dólar desde hace varios años, la economía es muy estable y este ex “Tigre de Asia” goza de muy buena salud.

Son 63 millones de personas y aunque ningún vehículo arroja negros humos por el caño de escape tienen inconvenientes con la polución ambiental.

El barrio chino de Bangkok es extensísimo y pueden adquirirse telas de seda, dulces, abanicos, artesanías en madera laqueada, ropa y degustar las comidas de las diferentes regiones.

En la city financiera las cuadras tienen cientos de metros. Un banco al lado de una embajada, al lado de un hotel, junto a un restoran, a un condominio de lujo y a otra institución financiera por casi mil metros.

En cada esquina hay pequeños altares con estatuilla de Budha para rezar. Amplios ríos cruzan la capital y es común trasladarse en barca.

Los centros de compras presentan un diseño y calidad inusuales en Occidente, donde se venden Aston Martin y Rolls Royce de 700 u 800 mil dólares. Las islas y ciudades balnearias del sur alcanzaron fama mundial gracias a Leonardo di Caprio y su película “La playa”, rodada en Phi Phi Lay.

En pleno invierno la temperatura llega a 43 grados en Phuket, Krabi o Pulau. Increíblemente en la bahía de Krabi se da un pequeño Halong Bay, un mar con riscos kársticos no tan altos ni boscosos como los vietnamitas aunque notables también.

El deporte nacional excluyente es el boxeo, donde valen codazos y patadas además de golpes de puño.

Es practicado asimismo por mujeres, que compiten ataviadas con indumentaria rosa.

Entre las opciones imperdibles se encuentra el contacto con elefantes asiáticos, donde se puede acariciarlos a gusto, darles de comer bananas, acompañarlos en sus juegos en el barro y ayudar a los instructores a cepillarlos luego en las aguas del río. Algunas hembras pesan 3.500 kilos, aunque son muy sociables.

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