Detuvieron otra vez al trapito que rayó un auto en Palermo

Ni una semana le duró la libertad al cuidacoches que había sido escrachado rayando un vehículo en Palermo: la Policía de la Ciudad lo sorprendió otra vez, esta vez frente al Hipódromo, cobrando dinero de forma ilegal durante un evento masivo.

La historia se repite y expone los límites del sistema para frenar una práctica tan extendida como impune.

Lo encontramos haciendo exactamente lo mismo, en la misma zona y con total tranquilidad, como si nada hubiera pasado.

Esta situación muestra cómo muchos reinciden sin consecuencias reales, dijo un agente de la División Investigaciones Comunales 14 que participó del operativo.

La escena se repite como un déjà vu porteño: un hombre de 42 años, detenido hace solo unos días por ejercer ilegalmente como trapito y ser filmado rayando un auto en Palermo, fue arrestado nuevamente.

Esta vez, ocurrió el sábado por la noche en la intersección de Avenida del Libertador y Ortega y Gasset, frente al Hipódromo, durante la realización del evento “Fiesta La Mágica”, que atrajo a una multitud.

Según confirmaron fuentes policiales, el procedimiento se dio en el marco de un operativo de prevención especialmente desplegado por la concurrencia esperada al evento.

Allí, personal de la División Investigaciones Comunales 14 divisó al mismo individuo, quien fue identificado exigiendo dinero a quienes intentaban estacionar en la vía pública.

El accionar inmediato derivó en una nueva detención y en el labrado de un acta contravencional por infracción al Artículo 91 del Código Contravencional de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

El artículo en cuestión sanciona a aquellas personas que ejerzan la actividad de cuidacoches o limpiavidrios sin autorización, conducta que puede acarrear sanciones económicas, arresto o trabajo comunitario.

Sin embargo, la reincidencia frecuente de estos actores callejeros evidencia que las sanciones no siempre son efectivas.

El mismo sujeto había sido noticia el pasado 8 de abril, cuando se viralizó un video en redes sociales en el que se lo ve claramente rayando el lateral de un auto estacionado.

A raíz del repudio social y la difusión de las imágenes, la Policía logró dar con él y detenerlo. Pese a eso, y a los antecedentes, pocos días después volvió a las andadas.

Este nuevo episodio se suma a una problemática crónica que afecta a numerosos barrios de la Ciudad, especialmente aquellos con alta circulación de autos y eventos masivos, como Palermo, Recoleta, Belgrano y el Microcentro.

Según cifras del Ministerio de Justicia y Seguridad porteño, en lo que va del año se labraron más de 700 actas a personas que ejercían de cuidacoches sin autorización. A pesar de los esfuerzos, el problema persiste.

Vecinos y comerciantes de la zona sostienen que estos “trapitos” operan muchas veces bajo amenaza y en ocasiones con prácticas extorsivas. “Si no les das algo, te rayan el auto o te insultan. La Policía a veces actúa, pero al otro día están ahí de nuevo.

Es como una mafia chica, pero que domina la cuadra”, comentó Marcelo, dueño de una panadería sobre Libertador.

Desde la Legislatura porteña, en tanto, algunos legisladores han propuesto endurecer las penas para estos casos, especialmente cuando hay reincidencia comprobable en cortos períodos de tiempo.

Uno de los proyectos busca convertir estas infracciones en delitos menores cuando se repiten más de dos veces en un mes. “No puede ser que la Policía detenga, la fiscalía actúe, y después el mismo tipo vuelva a lo mismo. Es un ciclo perverso”, dijo una fuente legislativa.

La otra cara del fenómeno también plantea el debate sobre la informalidad, la exclusión social y la falta de oportunidades laborales para muchas de las personas que terminan ejerciendo esta actividad ilegal.

Algunos especialistas en políticas públicas sostienen que, si bien la conducta debe sancionarse, también debe trabajarse en paralelo con políticas de inclusión y reinserción para evitar que quienes son detenidos terminen reincidiendo por falta de otras alternativas.

Lo cierto es que en esta historia, el cuidacoches no solo volvió al mismo barrio, sino casi al mismo punto exacto donde había sido detectado días antes.

Su accionar, además de ilegal, parece desafiar el esfuerzo policial y judicial, pero también el sentido común de una ciudadanía que se siente cada vez más desprotegida en situaciones cotidianas.

Mientras tanto, los eventos públicos, los recitales, los partidos de fútbol y los espectáculos al aire libre siguen funcionando como terreno fértil para estas prácticas.

El estacionamiento, un recurso escaso en la ciudad, se convierte en una fuente de ingresos informal que, en muchos casos, bordea lo delictivo.

Lo más alarmante es que, en la práctica, para quienes transitan estas calles, pagarle a un trapito no parece una elección, sino una obligación encubierta.

Como cronista urbano, no puedo dejar de pensar en la sensación de impunidad que todo esto deja. No se trata solo de un hombre que reincide, sino de un sistema que falla en desincentivar estas conductas.

Mientras no se combinen políticas firmes con respuestas integrales, Palermo y tantas otras zonas seguirán atrapadas en esta rutina donde los trapitos mandan y los vecinos pagan, con billetes o con daños.

La actividad de los trapitos está contemplada en el Artículo 79 y el Artículo 91 del Código Contravencional de CABA:

Artículo 79: Penaliza a quienes exijan retribución por estacionamiento en la vía pública.

Artículo 91: Sanciona la actividad de cuidacoches y limpiavidrios sin autorización.

Ambas infracciones pueden derivar en multas, arrestos o trabajos comunitarios, especialmente si hay amenazas o coacción.

¿Qué hacer si te exigen dinero?

  • No accedas a la extorsión.
    Si podés evitar pagar, hacelo. Aunque muchos prefieren «pagar para evitar problemas», esta práctica solo refuerza la actividad ilegal.
  • No confrontes.
    Evitá discusiones. Si te sentís amenazado, es mejor alejarse y buscar ayuda policial.
  • Tomá nota de la situación.
    Anotá fecha, hora, ubicación, descripción física del trapito y si es posible, sacá una foto o filmá desde el auto (sin exponerte). Esto sirve como prueba.
  • Llamá al 911.
    Es la forma más directa de alertar a la Policía. En muchos casos, llegan rápidamente y pueden actuar en el momento.
  • Usá Boti, el WhatsApp de la Ciudad.
    Enviá un mensaje al 11-5050-0147 con la palabra trapito. Te van a guiar para hacer la denuncia con ubicación precisa.
  • Hacé la denuncia.
    Podés denunciar de forma anónima en la web del Ministerio de Seguridad porteño o en cualquier comisaría cercana.

¿Dónde se ven más trapitos en CABA?

Zonas como Palermo, Recoleta, San Telmo, Costanera, cercanías a estadios o grandes eventos suelen ser los puntos más conflictivos, sobre todo de noche o los fines de semana.

¿Y si dañan tu auto?

Si tenés pruebas (video, testigos, cámara del auto o de la zona) y lográs identificar al agresor, podés realizar una denuncia penal por daño (Artículo 183 del Código Penal). También podés presentarte como particular damnificado si el caso llega a la Justicia contravencional.

¿Cómo se combate este problema?

La Ciudad realiza operativos, pero el fenómeno persiste por:

  • Dificultad de comprobar el “pedido de dinero” si no hay flagrancia.
  • Reincidencias frecuentes sin sanciones fuertes.
  • Zonas de difícil control, como eventos masivos o sectores con poca iluminación.

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