Macri supervisó las obras del puente clave para unir Ciudad y Costanera

Con la mirada puesta en una Buenos Aires más conectada, moderna y accesible, avanza la renovación integral del Puente Labruna, una obra estratégica en la zona norte de la Ciudad que promete aliviar el tránsito, mejorar la circulación peatonal y vehicular, y potenciar la integración entre sectores clave como la Ciudad Universitaria, el Parque de Innovación y el Distrito Joven.

«Esta es una obra fundamental, no sólo desde el punto de vista de la movilidad urbana, sino también como símbolo de una ciudad que busca reconectarse con el río y brindar mejores condiciones para quienes la transitan todos los días», aseguró Jorge Macri, jefe de Gobierno porteño, durante una recorrida por el avance de los trabajos junto al ministro de Movilidad e Infraestructura, Pablo Bereciartua, y el titular de Autopistas Urbanas S.A. (AUSA), Juan Pablo Fasanella.

La ampliación del Puente Labruna no es una intervención aislada: forma parte de un plan integral para transformar la movilidad en uno de los corredores con más circulación diaria de la Ciudad, utilizado por más de 350 mil personas entre automovilistas, ciclistas, peatones y transporte público.

Ubicado junto al estadio Monumental, el puente se convierte en pieza clave para descongestionar un área neurálgica que concentra instituciones educativas, deportivas y recreativas, como el CeNARD, la UBA, el Club Ciudad, el Parque de la Memoria y la Reserva Ecológica Costanera Norte.

¿Qué se está haciendo y cómo impactará en la vida diaria?

La obra, que lleva adelante AUSA, contempla una transformación profunda: se incorporarán nuevas ramas de ingreso y egreso tanto a las avenidas Lugones como Cantilo, además de una pasarela peatonal de mayores dimensiones.

También se construirá un nuevo puente cajón, por donde pasará la bajada de Lugones a Udaondo, y una reconfiguración total del actual puente, eliminando la pasarela peatonal existente y desplazándola hacia el lateral sudeste, lo que permitirá ampliar el cruce para bicicletas y peatones.

Además, se proyectan mejoras en los alrededores, como una plaza elevada con accesos jerarquizados y calzadas alternativas para mitigar el impacto en el tránsito mientras duren las obras.

Todo se realiza en etapas, para minimizar las interrupciones y garantizar que los caminos principales se mantengan operativos el mayor tiempo posible.

En cifras, se trata de una inversión significativa que promete devolver a la zona no sólo fluidez vehicular, sino también una nueva fisonomía urbana. La obra tendrá una duración estimada de 24 meses, con finalización prevista para mediados de 2026.

Una de las particularidades más destacadas del proyecto es la conexión que generará con la estación Ciudad Universitaria del ferrocarril Belgrano Norte.

De esta manera, se fortalece una vinculación directa entre el Parque de Innovación y las facultades de la Universidad de Buenos Aires, facilitando el acceso al campus y promoviendo el uso del transporte público.

El Anillo de La Pampa: otra obra clave a menos de dos kilómetros

En paralelo, la Ciudad proyecta el llamado «Anillo de La Pampa», una intervención que complementará la renovación del puente: un túnel que pasará por debajo de Lugones, un puente peatonal elevado sobre la Illia y una mejora integral de la conectividad con el Aeroparque.

Este nodo vial reducirá tiempos de traslado y también se perfila como un nuevo ícono de la infraestructura porteña, apostando por un diseño moderno y funcional.

Estos trabajos están pensados para dar una respuesta de fondo a una problemática de larga data: la congestión y el caos vehicular que se produce en horarios pico, en días de partido o eventos en el estadio de River, y la necesidad de contar con accesos más eficientes y sustentables entre la Ciudad y la Costanera Norte.

Visión a largo plazo: integrar la Ciudad con el río

El proyecto del Puente Labruna forma parte de una política de Estado que apunta a recuperar la vinculación entre la Ciudad y el río, un objetivo que fue ganando protagonismo en los últimos años con iniciativas como el Paseo del Bajo, la transformación de la Costanera Sur, el desarrollo de los Distritos Joven y del Deporte, y la apertura de espacios públicos que devuelven el río a los vecinos.

El ministro Bereciartua lo explicó con claridad: «Estamos ante una oportunidad única de pensar la movilidad no sólo como infraestructura, sino como integración. Esto es futuro: una Ciudad que camina, que se mueve mejor, que conecta sus polos de conocimiento, de cultura y naturaleza».

Con más espacios verdes, accesos jerarquizados, carriles exclusivos y mejor señalización, se prevé que la zona norte de la Ciudad se transforme en un nuevo eje urbano en los próximos años, donde la movilidad no sea una traba, sino una puerta de entrada a una Buenos Aires más inclusiva y eficiente.

Un cierre necesario para una deuda urbana

Como vecino, periodista y usuario habitual de esta parte de la Ciudad, no puedo dejar de destacar que este tipo de obras marcan una diferencia real en la calidad de vida.

La zona de Núñez y su entorno necesitaban con urgencia este tipo de intervenciones, que no sólo alivian el tránsito sino que promueven una ciudad más caminable, conectada y pensada para las personas.

Es esperable que el ritmo de las obras no se detenga y que, de una vez por todas, Buenos Aires logre saldar esta deuda histórica con su ribera norte.

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