Acto en la ultima Casa del Che en el barrio de Palermo

Las organizaciones Memoria Palermo y Palermo K, vecinos y Martín Guevara, el hermano menor del Che, colocaron una baldosa para señalizar el lugar.

En el domicilio de Aráoz y Mansilla salió el Che en 1953 para hacer su segundo viaje por Latinoamérica.

Una casa de dos plantas que ya no existe, vivió por última vez en la Argentina el Che.

El pasado sábado hubo un acto en esa calle que hace esquina con Mansilla, pleno barrio de Palermo o “Palermo Che”, como bromeó Juan Martín, el hermano menor de Guevara, cuando le tocó hablar.

Este reconocimiento, forma parte de una evocación a la memoria del guerrillero heroico en el mismo lugar del que partió el 7 de julio de 1953.

La información sobre este domicilio, fue otorgada por su amigo Carlos Calica Ferrer, actualmente tiene 88 años y la vitalidad de un joven.

Ambos habían salido ese día, hacia la estación de Retiro para emprender un largo viaje por Latinoamérica.

Se trato de la segunda travesía por el continente de quien sería, seis años después, el célebre comandante de la Revolución Cubana que derrocó al dictador Fulgencio Batista. Sobre la vereda se colocó una baldosa que dice:

“En este solar vivió el Che Ernesto Guevara de la Serna, en conmemoración a su lucha por la transformación y la justicia social”.

Durante este reconocimiento, casi un centenar de vecinos y militantes se juntaron al mediodía para ponerle un mojón tardío a la historia que el gobierno porteño intenta ningunear.

El ex vicedecano de la Facultad de Sociales de la UBA, Norberto Alayón: “Avanzamos en la colocación de la placa porque llevamos dos años en la Legislatura con tres proyectos que están cajoneados en la comisión de Cultura que preside el PRO.

Dos perdieron estado parlamentario porque no los quisieron tratar”.

Las organizaciones Memoria Palermo y Palermo K que convocaron al reconocimiento al Che no se quedaron quietas.

Tampoco el consorcio del edificio que hoy ocupa el lugar donde se levantaba la casa, en una asamblea extraordinaria aprobó la iniciativa, aunque no hacía falta ese gesto de acompañamiento.

Lo aclaró Mario Clavel, militante peronista que estuvo detenido durante la dictadura y ofició de presentador. Cada orador se paró de espaldas a la ferretería de la esquina.

Sus dueños también brindaron apoyo y fueron aplaudidos como el que más.

El menor de los Guevara, Patatín para la familia y los más amigos, habló de la reivindicación a su hermano:

“Espero que este sea el primer paso para que en la ciudad se enteren de que Ernesto Guevara vivió, se formó y salió de acá en 1953 para transformarse en el Che.

Esta ignorancia total acaba de romperse con el acto. Porque además hubo negativas.

De la Legislatura, de la Facultad de Medicina, donde se negaron a poner una estatua. Como esta placa no necesitaba autorización más que de los vecinos, vinimos a colocarla en esta esquina”.

Taty Almeida, de Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora, fue recibida con un aplauso cerrado. Habló después de Clavel, Guevara, Alayón, Diego Levy, de Palermo K y el comunero Diego Sokolowicz, del Frente para la Victoria.

Cuando ya promediaba el homenaje se sumó el actor Gerardo Romano. Una mujer que fue vecina del Che evocó con sentidas palabras su humanismo.

Entre las personas que se habían juntado en la esquina, apareció Martín Scharples, un atleta que ayudó a colocar la baldosa sobre el cemento fresco. Antes arrojó en el hueco sobre la vereda un puñado de tierra de La Higuera, que él mismo trajo desde Bolivia, donde cayó el Che.

Clavel abrió el acto. Compartió con los asistentes el contenido de una curiosa charla con Guevara sobre las diferencias entre un revolucionario y un subversivo.

Una disquisición política de sintonía muy fina. Dijo que “celebraban la vida de un revolucionario. Ni más ni menos que eso”.

Presentó entonces a Juan Martín, el preso 449. Porque estuvo detenido durante toda la última dictadura, incluso desde antes, por su condición de militante del PRT.

Algunos guardiacárceles se ensañaron con él por portación de apellido.

Pero salió de prisión el 10 de marzo de 1983 y ahora se encuentra parado frente a la esquina donde se levantaba su casa.

Tiene fotos de ella. Como una muy conocida en la que se observa a Ernesto – antes de ser el Che – acostado sobre el balcón, con la mirada hacia el cielo y los brazos apoyados debajo de la nuca.

Le cuenta a PáginaI12 que “fue la última casa en la que vivimos los siete integrantes de la familia. Yo y mi vieja nos mudamos en el 61, 62, cuando me casé”.

Guevara se definió con relación al Che, como “un hermano de sangre y un compañero de ideas” y además dijo en el homenaje que “no comprende la terrible resistencia que tiene Buenos Aires contra él”.

En la comisión de Cultura que preside el diputado del PRO Omar Ahmed Abboud se cajonearon un proyecto del FPV y dos de Nuevo Encuentro para colocar una señalización en Aráoz 2180.

El legislador, un militante del diálogo interreligioso en la ciudad, se define como un “luchador contra la ignorancia”. No lo parece en este caso.

El profesor Alayón recordó que los vecinos de Palermo no se detendrán porque “el gobierno del PRO y de Cambiemos tienen resistencia a reconocer con un homenaje al Che Guevara en la misma dirección donde vivió”.

En otro barrio, el de Flores, la ciudad recuerda con una calle a Ramón Falcón, el coronel responsable de la masacre de obreros en Plaza Lorea, allá por 1909.

Si no se entiende porque se impuso esa toponimia, menos se entiende por qué el gobierno porteño ignoró hasta ahora a un símbolo universal como el Che.

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