Los días miércoles, por FM 93.9, Ricardo Hokama reivindica la cultura nipona, Japoneses en el aire: desde Palermo para el mundo
Ingenio oriental. El ciclo que también se escucha online cuenta con 22 personas en el staff.
Viaje a Oriente con apenas cambiar de dial, en una tarde es posible aprender sobre Shibori (una técnica manual de teñido), furoshiki (arte de envolver regalos en tela), taiko (un estilo de percusión típica de Japón), bon odori (festival de danza tradicional) o kimonos.
La voz detrás de «Japón hoy» (miércoles, a las 17, por FM Palermo, 93.9) es la de Ricardo Hokama, un periodista nacido en el partido bonaerense de San Martín y criado en Caseros, que se define como «nikkei» (descendiente de japoneses) y que admite a pura risa: “Lo más cómodo hubiera sido poner una tintorería”.
Recibido en la UCA, Hokama creció entre las flores que comercializaba su padre rosarino.
La floricultura ya había sido la actividad de sus abuelos, los cuatro oriundos de Okinawa.
«El 70 % de la comunidad japonesa en la Argentina es de Okinawa.
La comunidad japonesa más grande fuera de Japón está en Brasil, luego en Perú y, en tercer lugar, en la Argentina», explica.
Durante un año estudió Odontología en la UBA, hasta que se animó a explicar a su familia que lo suyo no era el torno, sino el micrófono.
Ex productor de Radio América, en 1994 le ofrecieron pasar «del otro lado»: «Me vieron la cara de japonés y me pidieron un micro sobre Japón. Al principio no quería encasillarme.
Tiempo después surgió entonces una beca para futuros líderes, de 45 días, otorgada por el gobierno de ese país.
Luego de un recorrido por Kioto, Tokio e Hiroshima mi compromiso y conexión fue más fuerte”, relata.
De micro a programa que lleva ya diez temporadas, «Japón hoy» no tiene nada que envidiar a una FM líder. Cuenta con 22 personas en su staff, entre ellos 16 columnistas.
La gran fortaleza del ciclo es la abundancia de especialistas: columnas de animé, de cine japonés, de música electrónica japonesa y hasta de robótica oriental.
Como prueba de que la bandera del ingenio nipón flamea incesantemente, hasta diseñaron una suerte de ‘Cantando por un sueño japonés’, certamen en el que los oyentes de cualquier nacionalidad deben reproducir sin errores una letra de canción. A fin de año será la gran final.
Mientras de fondo suena J-Pop (pop japonés) y el chef invitado Takehiro Ohno regala alguna receta, la aguja de las emociones sube y baja. Se pasa del drama en entrevistas a sobrevivientes de Hiroshima a perlitas musicales que tiñen el aire, como el «Despacito» en versión nipona. Hokama -que hace dupla en la conducción con Erica Mariani- asegura que no hay competencia radial en el “nicho” y que el ciclo no está orientado al japonés que vive en la Argentina, sino al «japonófilo»:
«Antes se hablaba apenas de tecnología japonesa y de autos y hoy el mundo amplió su mirada y se volvió amante de otras ramas: el animé, la literatura japonesa, la gastronomía, con el sushi a la cabeza. Japón cambió su mentalidad y los extranjeros también».
Tan fanático del arroz como del asado («entiendan que el arroz es para nosotros lo que para ustedes el pan»), el hombre de 46 años que compite en la franja con conductores como Sebastián Wainraich (Metro) o «La Negra» Vernaci (Pop), siente «el valor agregado de tener dos culturas»: «Al japonés se lo considera honrado, decente, planificado, moral. Eso no es mejor ni peor. De eso se puede aprender, y tal vez Japón debería aprender de la improvisación argentina».
-¿Por qué hay tan pocos japoneses en nuestros medios? ¿Hay desinterés de ellos por la radio y la TV o les resulta difícil la inserción?
-Nuestros abuelos sufrieron mucho la diferencia de culturas cuando llegaron, y la profesión más cómoda era trabajar en el campo o poner una tintorería, negocio que no requería comunicarse demasiado, sólo recibir la prenda, limpiarla y cobrar.
Mi abuelo no consideraba otro tipo de profesión y mi padre tampoco.
De hecho cuando cambié de carrera, todo ese verano mi papá no me habló. Hasta que un día el verdulero le dijo: «Escuché a su hijo por radio».
-¿Y entonces legitimó tu vocación?
-Sí, mi padre me confesó: «Pensé que te ibas a morir de hambre, pero tenías razón. Lo que uno hace desde la pasión tiene frutos».
Abrí un camino para mis hermanos y primos. Fue liberador para todos.