La única Ferrari de Argentina que piso suelo Palermiano

Hace unos cuantos años, por 1994 cuenta el dueño de esta maquina, fui a retirar al Puerto de Buenos Aires la Ferrari 512 TR que trajo a la Argentina un muy amigo de mi viejo.

Fui personalmente hasta el contenedor donde estaba guardada, me abrieron la puerta y la saqué andando, marcha atrás.

Durante una semana la tuve en Buenos Aires, hasta que vino el dueño a buscarla, para llevársela andando hasta Tucumán, donde aún se encuentra el auto.

Durante esos días, el propietario me había pedido que le instalara un estéreo y los emblemas amarillos del Cavallino Rampante en los guardabarros delanteros, ese modelo no los traía.

Entre las anécdotas de esos pocos días en los que viví con la Ferrari en Buenos Aires, recuerdo cuando se me puso al lado de un semáforo de Libertador una coupé Mitsubishi 3000-GT.

Fue a la altura del Hipódromo de Palermo, me desafió a una picada.

Cuando se puso en verde, le patinaron un poco las ruedas y se le paró el motor, yo arranqué a dos por hora, como lo tenía planeado.

De ninguna manera iba a arriesgar una Ferrari 0KM, que no era mía.

En otro momento, venía andando también por Libertador, y un auto (creo que era un VW Gol) se puso a la par, sobre la mano derecha, para ver de cerca la Ferrari. Íbamos a 40 km/h.

A los pocos metros, el Gol se llevó puesto un auto que estaba estacionado en doble fila.

Paré para ver si estaban bien, por suerte, no les pasó nada a los pibes que viajaban.

Y me agradecieron, porque al parar a verlos, pudieron seguir mirando la Ferrari un rato más.

En esos días, habré salido cuatro o cinco veces con el auto, cada vez que volvía a casa, lo guardaba inmediatamente en la cochera.

Sin embargo, al segundo o tercer día, empezó a aparecer gente del barrio, tocando el portero de mi departamento.

Me preguntaban si podían “pasar a ver la Testarossa”.

Me llamó la atención la buena onda de cada una de las personas con las que me crucé (conductores y peatones) mientras estuve con el auto.

Todos pulgares para arriba, aplausos, sonrisas y bocinazos “musicales”.

No sé si habrá sido la época o la pasión, pero no detecté envidia ni resentimiento.

El dueño de la 512 TR la sigue teniendo hasta el día de hoy en Tucumán.

La usó muy poco y hasta estuvo un tiempo parada, por falta de repuestos y mantenimiento.

Hace un año me la mandó de nuevo a Buenos Aires, para hacerle algunos arreglos mecánicos.

En su colección tiene la Ferrari, un Mercedes-Benz 500 SL y un BMW 850i, siempre dice que este último es su preferido.

Alejandro y la Ferrari 512 TR en Buenos Aires. Aunque te parezca raro, en esa época las cámaras de fotos imprimían la fecha sobre las imágenes.

La 512 TR fue la primera evolución de la Testarossa original de 1984. Se fabricaron 2.261 unidades entre 1991 y 1994.

Motor V12 4.9 con la tapa de válvulas roja (“testa rossa”). Tenía 428 caballos, aceleraba de 0 a 100 km/h en 4,8 segundos y alcanzaba los 314 km/h.

El ejemplar llegó a la Argentina como cero kilómetro, y aún hoy está en Tucumán.

Alejandro en noviembre de 1994, con la única cara que uno puede poner cuando llama un amigo de tu viejo y te pregunta:

“¿No me vas a buscar la Ferrari al Puerto?”.

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